domingo, 24 de junio de 2018

No me quiero morir

El frio en los pies se siente,
la intransigencia de permanecer en medias
cueste lo que cueste
no ayuda.
El suéter gris tirado
rozando las zapatillas azules
explica al resto de la pieza.

No me quiero morir,
miro mis dos bibliotecas y
no me quiero morir.

No he terminado de leer aún
los tres tomos de Animal Man
escritos por Grant Morrison
por ejemplo.

En el lomo del libro de poesías completas
de Fogwill está su cara,
me mira, "te falta más de la mitad"
parece que dice
con esos ojitos tétricos que tiene.

Irvin Welsh.
Hay tres novelas de el,
a la del medio no lo he leído aún,
que desgracia.

La ropa que esconde el escritorio
también tapa libros pendientes.
Bajo la  campera Addidas verde
están las obras completas de
Alejandra Pizarnik.
Tengo un problema ahí,
me ando llevando mejor con Borges
No distingo bien que hay
entre la impresora y la gorra
de Superman, pero seguro
está pendiente.

Los cuadritos en la pared
no se bien como
pero son una invitación
para pensar que la
vida es algo que merece
prolongarse en el tiempo
aunque sea
dejando que los días pasen
tranquilos, como si nada.
Leyendo, tomando mate,
mirando futbol,
y el resto:alguna actividad
para procurarse la vida.

El frio se siente más,
el caloventor no es la mejor opción
pero es la única.
La cama desordenada,
con libros y cables,
es la tentación
para dejar que la inercia gane.

La música de madrugada del lunes
penetra, tímida pero penetra,
a veces la acompaña el ruido del placar
del vecino (que hace pensar en espantos),
el agua yéndose por el indodoro
es el sampler esporádico
que termina de dar forma al sonido.

Espalda dolorida por la posición
de mierda, temperatura bajando,
colchón deforme.
Todo apunta a una sola dirección:
hay que terminar este poema. 


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