domingo, 10 de junio de 2018

El inverno pasado

Los jueves a la siesta del invierno pasado
solíamos tomar café
vos y yo
en ese bar que nos gustaba.

Yo pedía pocillo
siguiendo las reglas del sommelier
Vos jarrita.
Mi cara de desaprobación
no hacía mella
ni si quiera cuando cometías ese crimen
de ponerle una gotita de leche. 

A veces pedía té.
Ni me gusta
pero se reflejaban tus labios pintados de rojo
en el espejo que se formaba en el tope de la taza.
Movía mi cabeza
queriendo encontrar el ángulo perfecto
para mirar tu boca que se abría levemente
en función de no sé qué.
Sacabas la punta de la lengua
que arrastrabas con inclemencia
para el hombre heterosexual promedio.
Te divertía.
Me mirabas de reojo
queriendo simular que no te dabas cuenta
de que te observaba.
A la derecha
tu celular en forma de azulejo
a la izquierda
el paquete de Camel
decía que ibas a morir de cáncer.

La última vez
has estado sentada diez minutos.
Un trámite rápido ha sido para vos
decirme que ya no me querías ver más.
Lo único tuyo que tengo
es la foto de la huella de tu boca,
ese día de color violeta
en el jarro con restos de café.

Ahora voy a otro bar,
no pido ni café
ni té
(ya no busco ningún reflejo).

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