martes, 26 de junio de 2018

La calle de la vuelta de casa

La calle se ensancha,
se divide:
a la izquierda un puente,
a la derecha otra calle.
Zona esta, donde se roba mucho.
La señora vende tortillas calentitas,
hace de escudo para el incauto
que se atreve a pasear por ahí.

En invierno,
la noche se apura en llegar
 y las almas hacen más eficiente
su traslado.
Se camina más rápido,
las transacciones con el vendedor
de turno son sucintas.
La cantidad de ropa puesta
aísla del mundo,
suerte de pequeño desasosiego.
Los perros, fieles guardianes de la
doña de las tortillas, asustan a mas de uno.
El rati eventualmente circula,
mira como haciéndose el malo,
con ganas de desconfiar del primer
boludo con gorrita que aparezca.

El señor que se sienta en
el piso de su vereda,
tira comentarios desafortunados
usa gorra,
le gusta hablar de futbol y de vino.

Todos los días lo mismo.
El mismo paisaje,
los mismos perros molestos,
la misma configuración de objetos y
personas: el marco de la vida terrena.
¿hay otra?
Para ellos seguramente sí existe una
que los deja en paz con la que llevan
en este mundo gris, de tiempo
monótono y lineal,
feo y aburrido .


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