Está lindo el clima.
Son las 00:34 y es otoño.
Entra un vientito fresco que me da en el arco del pié,
y una sensación sube hasta mi rodilla,
recordando la humanidad.
Suena música del vecino,
rock nacional, Gardelitos, me parece.
Me molesta la música cuando me quiero concentrar,
por eso trato de centrarme en el ruido de la heladera.
No encuentro onomatopeya para aquí representarlo,
sería como grrrr grrr grrrr, pero la gente suele asociar esto
a los gatos que ronronean.
Entonces, con el acompañamiento de tal sonido aquí estoy.
Tratando de cumplir con mi promesa de escribir y publicar
lo que sea cada vez que abra este cosito para escribir del blog.
Práctica, le dicen.
Yo no digo que sea una tortura, de hecho está muy lejos de eso.
Pero aquí estoy pensando si mi vergüenza, que son estas letras
mas o menos ordenadas, va a ser puesta a la intemperie de las miradas
de mis dos o tres lectores.
A decir verdad, podría mandar este poema a esas dos o tres personas,
para que me digan "si da" que lo suba.
A veces, la soberbia opera como empuje,
y creo que está bien que así sea.
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