La calle esta abandonada
ni el seguridad
ni los perros
solo la lluvia que la baña.
Esa soledad se rompe
ante el eventual ruido del motor de una moto
o una alejada explosión de un disparo.
La temperatura no deja de bajar
cada casa hace lo que puede
hornos
caloventores
colchas
bolsas de agua caliente.
Las chapas de los ranchos del asentamiento
tiemblan de frio, que entra por todos lados,
los fueguitos a leña dan más humo que calor
bolsas de diario bajo los buzos.
Aparece por fin el seguridad,
maneja la moto con una mano
con la otra agarra su arma
un bracero lo espera
al finalizar cada vuelta.
Silencio total
cada puerta de entrada golpeada
cada mueble movido por el sexo
cada perro que aúlla
cada espanto bullicioso
atraviesan las casas
y penetran en la noche precaria.
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