viernes, 25 de mayo de 2018

Es la hora

3:10 A.M.
Mas o menos por ahí, dicen
que es la hora del diablo.
Cuando me despierto
durante la noche, veo mi cel
y ruego que no sea.
Ojo, que no soy
al único que le pasa.

Me dan miedo las monjas.
Parece que hay una
que anda merodeando
por la jefatura de Policía.
Ciertas noches, pienso que
puede aparecer.
Horror.

Tengo parálisis de sueño.
Algo así como que se me
despierta el cerebro pero
el cuerpo no responde.
Suelo gritar,
gritar muy fuerte para
salir de ese trance.

Hace dos noches,
me ha pasado.
Yo sabia que la monja
estaba ahí.
No la veía,
pero estaba ahí,
estoy seguro.
Mi cuerpo no reaccionaba.
Un grito horroroso, potente
y desgarrador me ha salido.
Despierto.
Asustado.
Movía los dedos del pié.
Podía controlar mi cuerpo,
otra vez.
Veo la hora
3:10 A.M.
Se erizan los pelos del brazo.

Siento los gritos de los niños
que siguen jugando al fútbol
y el silbato del seguridad del barrio.
Eso me tranquiliza.
Me vuelve a la realidad.
Creo.

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